Al principio...


Vivimos, o así me parece, una época un tanto convulsa y necesitamos o mejor: necesito obligarme al ejercicio gimnástico, y no precisamente al estético sino al ético. Necesito hacer ejercicio de prudencia, de templaza, de fortaleza, de responsabilidad, de rigor, de entereza, aunque también de arrojo, de esfuerzo, de audancia, de ardor y de quién sabe cuantos otros "músculos" que pueda tener atrofiados. Este espacio, esta "quinta columna" tiene vocación de "banco gimnástico" y por más barbaridades que escupa o vomite, tibiezas por los que me deje llevar o lisonjas merecidas o inmerecidas regale, será mi cuerpo, será mi alma la que habrá de sufrir o gozar. ¿Religión, filosofía, salud mental? Que cada cual coja su "banco" o su cruz y participe con ilusión de la olimpiada de la vida.



miércoles, 25 de agosto de 2010

Agujero negro




Hay vida más allá del centro gravitacional político. Aunque parezca mentira y los noticiarios no lo registren hay vida. Vida que no se rinde ante el desaliento, vida que se alimenta de la más mínima brisa o bocanada de aire fresco. Vida sin encasillar, quizá porque a nadie le importe. Vida que se hace vida con cada amanecer, con cada hora, con cada minuto. Vidas que se somete a trabajos mezquinos y ruines, pero que son la única alternativa posible para dar de comer a la familia y pagar la hipoteca. Vidas que no esperan nada de nadie, solo tal vez que “nos toque la lotería”. Vidas instaladas en la decepción, la melancolía y el desaliento. Hace muchos años que los trabajadores dejaron de celebrar la fiesta del trabajo, al igual que desaparecieron los gremios, las hermandades del trabajo, o la conciencia de clase. Muchas cosas habrán de cambiarse: dirigentes, proyectos, modos, estilos... No cambiarán por influyo de dioses misteriores, sólo si nosotros cambiamos algo podrá cambiar. Los compañeros de antaño solo quedan entre algunos jubilados, hoy somos seres desconocidos que se aguantan en el tajo y que compiten de manera inmisericorde por unos céntimos de más: es la cultura de la productividad, y ya se sabe las batallas se ganan teniendo al enemigo dividido. Y mientras nosotros discutimos sobre nuestra angustias y miserias, el centro gravitacional responsable de esa cultura, cual agujero negro todo lo consume.

jueves, 19 de agosto de 2010

Serpiente de verano


¡Cuánto echo de menos aquellos veranos en los que la “serpiente informativa”, era la enésima reaparición del monstruo del Lago Ness o la aparición de un OVNI! ¡Qué tardes de sosiego! ¡Qué emocionantes! ¿Será verdad? ¡Ya están ahiiií! ¡Pués yo tengo un primo que estuvo en Escocia que dice..! ¡Un vecino de un amigo dice que vio una nave espacial al “laíco” mismo del Pantano del Quiebrajano.

¡¡Snif!!. Este verano para UFOS el Pepiño Blanco y José Mari Aznar, ¡vaya par de extraterrestres! Y para monstruos, la Belén Esteban. Y es que con la crisis hasta los contadores de historias se les ha devaluado la imaginación.

Desempleo juvenil ¿no hay salida?




Un informe reciente de la OIT cuantifica el desempleo juvenil en un 13% , manifestando una profunda preocupación, dado que el dato es el más alto de la historia reciente. Si las cifras son preocupantes en ese nivel de observación que pensarían si les facilitáramos datos desde la Asociación Objetivo Vida que estima que, entre una población de un territorio vulnerable como es la Zona Sur de Jaén, esta cifra se dispara hasta el 27’20%. Bueno es recordar que el paro juvenil se registra hasta los 24 años. Recuerden por otra parte que se supone que estamos con las generaciones de jóvenes mejores preparados de toda nuestra historia, ¿que ocurre entonces? Es de imaginar que en los despachos del ramo las alarmas tienen que haber saltado hasta el estruendo, es del todo inadmisible soportar esta más que cruda realidad, podríamos estar haciendo que quebrara o fuera incapaz de dar respuestas nuestros sistemas de protección social sino a la vez que tentando a la suerte con los de seguridad ciudadana. Dice Sara Elder, economista de la OIT que estamos ante una “generación perdida” o lo que es lo mismo ante “un grupo de jóvenes desanimados que, después de una larga y frustrada búsqueda de empleo, se excluye del mundo laboral”. También la administración catalana ha fijado su atención ante el creciente incremento de la llamada “generación nini”, (ni estudian ni trabajan). Esta alarmante situación exige una atención especial, y mucho me temo que las medidas que se están adoptando no son suficientes.

viernes, 6 de agosto de 2010

Hace más de un año predicando en el desierto




Pronto dará comienzo al Curso Escolar y Político. En situaciones de normalidad social -vamos, sin un paro galopante y sin temor a afrontar lo más básico, tal como es la subsistencia- el debate político comportaría pasión, excepticismo, hilaridad o tedio. Lo malo es que no vivimos en la normalidad y rara es la vez que cuando oímos a buena parte de la clase política no nos produce indignación o sonrojo. Vivimos en una situación dramática, y en la que -paradojicamente- los contendientes políticos sean del gobierno o la oposición, fervientes creyentes o ateos, cobran religiosamente por decirse sandeces los unos a los otros. Creo que son de la convicción que el electorado esta enfermo de estulticia. Si así no fuera, no sólo no dirían tantas memeces sino que, además, cada vez que abrieran la boca se les haría un nudo en la garganta a causa de la responsabilidad que tienen.

Estamos mal, aunque unos lo nieguen y otros lo maximalicen. Estamos mal, y seguro que todos estamos dispuestos a hacer esfuerzos, así que tengan la decendía de proponer cosas pensadas, responsables, equilibradas, justas y mojensen. Y si su riesgo los lleva a su puesto de trabajo, agradezcan el que tienen uno, y si no lo tienen, esa es su vergüenza no la responsabilidad de los electores, por tanto menos abusos para vivir ricamente instalados y sin problemas a final de mes.

Estamos mal, lo sabemos y sabemos aquello que tan sabiamente dice el refranero español “ella sola se murio y entre todos la mataron”. No queremos morirnos, no queremos hundirnos aún más en el fango de la crisis, pero reflexionen, Aquí no hay un sólo culpable: “entre todos la mataron”. Hagan algo ¡ya! Y cierren la boca, que no nos dejan ni oir nuestras hambrientas tripas.

Convicciones e intereses


Hubo un tiempo (quizás) en el que los hombre vertebraban proyectos en común por coincidencia de convicciones. Convicciones que tenían más que ver con sueños, con mitos y certezas que representaban, lo que para ellos tendría necesariamente que suponer, un mundo mejor. Algunos de aquellos deseos adquirieron cierta fortaleza y se plasmaron en manifiestos e incluso en normas. La coincidencia de convicciones forjó redes de intereses. Luego, más tarde, los intereses adquirieron predominio e hicieron caer en olvido a las convicciones que soñaran y que deseaban –desde su humilde entender- lo mejor para la humanidad. Por más esfuerzos que haga así veo a los grandes grupos organizados, sean quienes sean: redes de intereses de las que sólo un pins o una medalla rememoran convicciones que quedaron como “marca comercial” de un dudoso interés colectivo. La silenciosa revolución de los que clasificaba Popper como “tontos útiles” y “compañeros de viaje” los aúpa al poder sin que nadie note la ausencia de compromisos ideológicos.

Hacia el abismo



Las historias de ciencia ficción suelen comenzar recreando una situación social distinta a la habitual de los lectores. Siempre algún tipo de detonante especial provoca un cambio que explica la escenografía social y ambiental de la historia en cuestión. En algunos casos, los escritores de ciencia ficción han sido verdaderos profetas de situaciones venideras; en otros, sus hipótesis han sido superadas por la realidad. Todos podemos hacer conjeturas sobre el futuro. Muchos son los indicios que a lo largo de estas últimas décadas nos están dando información de cómo puede ser el mismo. Lo terrible es que parece que nadie desea saber de este, es como si corriéramos a un abismo y, aún a distancia, lejos de frenar, aceleraramos. Recursos y distribución son las únicas cuestiones sobre las que tendríamos que estar haciendo reflexiones profundas. El futuro ya está ahí, pero la ceguera y el egoísmo de algunos parece que nos condena a seguir corriendo al abismo.

Lucha contra la pobreza


Lucha contra la pobreza

Este año, la Unión Europea tenía previsto dedicarlo o poner énfasis mediático en la lucha contra la pobreza. Según cifras oficiales, el 17% de los europeos carecen de los recursos necesarios para cubrir sus necesidades básicas. Muchos de ustedes estarían por conjeturar que la cifra es mayor, y peor aún si las actualizamos a la cruda realidad del hoy y la crisis económica.
Angustia observar cómo la pobreza se extiende, cómo en zonas deprimidas que hemos acariciado el espejismo del bienestar, de nuevo topamos con la cruda realidad de nuestras limitadas posibilidades. Nos invade la incertidumbre cuando comprobamos cómo países históricamente mejor situados económicamente van a recortar sus posibilidades de transferencia de recursos a regiones más pobres. Indigna, sí , indigna observar cómo algunos de los acabados que nos gobiernan lo único que hacen es emplearse en palabras altisonantes y vacías para justificar su inoperancia.
Pero no quisiera terminar en desaliento, me gustaría hacer mención del Fondo Social Europeo, se ha consolidado como una herramienta eficaz aunque no totalizante, ha favorecido la inserción social y laboral de personas en riesgo de exclusión y ha significado una magnifica oportunidad para que el Tercer Sector aúne esfuerzos y cree sinergias. Ojalá no se lo carguen.

Conmover y edificar.



Hay sucesos que conmueven y otros que edifican. Los cientos de acontecimientos vitales que la Semana Santa propicia son capaces, unos de conmover y otros de edificar. La conmoción es un mecanismo que obra sobre nuestros sentidos. Un escalofrío, una lágrima que se derrama, un nudo en el estómago, una risa incontenible, son algunas de esas reacciones que nos provoca el visionado, la atmosfera de una situación fuera de lo común o que nos rememora vivencias pasadas. La Semana de Pasión, cuanto menos, conmueve a un número importante de creyentes pero también seduce con especial embrujo a un buen número de seguidores a secas que reviven sus personales historias bajo el amplio y generoso paraguas de la Pasión y Muerte de Jesucristo. La Semana Santa en Andalucía apenas tiene indiferentes, el misterio de la vida y la muerte se interpreta en las mismas calles, y hasta los más escépticos se aproximan a la resurrección en el resurgir primaveral. Ahora bien, no todo el que se conmueve, aprende y edifica. Hay de los que se quedan extasiados observando una puesta de sol y jamás plantarán un árbol.

El desplome de la trinidad entronizada




Una trinidad entronizada: el sistema financiero, el libre mercado y el poder político. Unos dioses que reclaman nuestra fe y exigen sacrificios a cambio de procurarnos bienestar y estabilidad se derrumban ante nuestras atónitas miradas. Múltiples oblaciones en forma de ahorro, pequeñas inversiones o votos en los altares de los cultos han sido en balde. Nuestro postrarnos de hinojos hasta enseñar las vergüenzas ante los sacerdotes mediadores de este “culto salvífico”, de nada nos ha servido. Como judíos en el éxodo, nos criminalizamos mutuamente: los comerciantes acusan a los funcionarios, los autónomos a los agricultores, los empleados de hostelería al personal de oficios. Buscadle las combinaciones que queráis, el triunfo de los dioses estriba en nuestra desunión y en la fijación de toda suerte de periodos cuaresmales en forma de estafas, despidos o recortes. Los dioses no se equivocan aunque sus “no errores” los purgan los mortales. La divinidad y su bien protegida casta sacerdotal siguen disponiendo si pudor de nuestras vidas y haciendas. De vez en cuando, como si de una tragedia griega se tratara, los dioses escenifican enfrentamiento. Pero no habéis de preocuparos los dioses son perennes, sólo los mortales causan bajas. Busqué consuelo en la palabra sagrada y encontré aquello de “no os preocupéis por el día de mañana, porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástele a cada día su propio afán.”, pero no me sentí reconfortado porque alguien mi esperanza la hizo estulticia

Rafael Latorre