Levantarse aún de noche a trabajar, deprime. Si encima te
han hurtado una hora de descanso y has pasado la noche en duermevela por el inquietante
ruido del viento y la lluvia, se hace más que evidente que emprender el lunes
es tarea grave. Aunque es más preocupante el ánimo depresivo con el que una
buena mayoría retomamos el cotidiano reto laboral. No obstante, a Dios gracia,
si es que tenemos reto laboral, porque ya sabemos que nuestra provincia ha
superado el 40% de parados y a ellos si que les habrá costado rebuscar en lo
más hondo de su ser un mínimo de energía para, un día más, tirarse a la calle
al encuentro de tan preciado tesoro, un trabajo.
Me cuesta trabajo recordar si hubo algún día de entusiasmo
colectivo, algún día en el que volcábamos toda nuestra energía y entusiasmo por
el crecimiento económico de nuestro país y nuestra correspondiente cuota de
bienestar. Pero sí, parece ser que los hubo. Ayer en la reposición de un
conocido programa de televisión, hablando del espejismo económico o la burbuja
inmobiliaria, explicaba un antiguo responsable del gobierno de la nación la
dejación político que se observó sobre este asunto. Decía que hubiera sido como
cortar la música en medio de una gran fiesta. Pues sí, es probable, aunque yo,
al igual que miles y millones de personas no bailábamos, en todo caso servíamos
copas, limpiábamos mesas o estábamos presto a “oído cocina”.. O sea nos limitábamos
a trabajar cada uno en su oficio por un sueldecito digno y fiestas las justas,
oiga.
Si hubieron de los que se pegaron la gran fiesta, ya los
vemos como poco a poco se retratan: políticos, banqueros, empresarios de
postín. Mucho listo que no inteligente, mucho desaprensivo que no decente,
mucho ambicioso que no solidario.
¡Que trabajito me cuesta emprender la semana! Aunque quién
dijo que la supervivencia es entusiasta ?
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